Pablito quiere saber

Por José Luis Sampedro

PABLITO QUIERE SABER

Pablito es un alumno muy aventajado. No sólo aprendió rápidamente a leer y escribir, sumar, restar, dividir y multiplicar, Pablito también conoce los cuatro puntos cardinales. Norte, Sur, Este, Oeste, repite con soltura para regocijo de su abuela. Y no sólo eso. Pablito también sabe que los del Norte son rubios y los del Sur son morenos, los del Norte ricos y los del Sur, pobres. Lo sabe por algunos niños extranjeros que acuden a su escuela en Lavapiés. Ahmed, Aisha y Fátima son morenos y sus mamás son pobres. Eisa es rubia, pecosilla y su mamá huele muy bien.

Norte, Sur, Este, Oeste, Pablito sabe mucho. Pero hay algo que Pablito no entiende: en el pueblo donde veranea con su familia, las mejores casas las tienen los del Sur. Se llaman Alí. Mustafá o Mohamed, pero son ricos y respetados. Pablito no entiende. Pregunta. No entiende. Vuelve a preguntar. Pablito es un niño despierto; quiere saber. Por fin, encuentra a un viejo maestro. Él se lo explica. No sabemos si Pablito logra entender, tal vez no tenga edad, pero el viejo maestro republicano aprovecha la avidez del niño para repetir lo que los demás no quieren escuchar:

«No lo entiendes porque nuestros puntos cardinales son sólo cuatro y en el mismo plano. Así no se entiende. Pero los chinos se orientan con dos puntos más, en un eje perpendicular a ese plano: Cielo y Tierra; Arriba y Abajo. Arriba los ricos, Abajo los pobres. Usar sólo Norte y Sur engaña porque en el Norte hay muchos pobres y en el Sur hay ricos, algunos muy ricos. ¡Ojalá los pobres del Norte lleguen a enterarse de que ellos y los del Sur son todos de Abajo frente a los ricos de Norte y Sur, los de Arriba!».

Pablito escucha atento y contempla al viejo con mirada interrogante. El viejo le pasa la mano por la cabeza y añade orgulloso: «Yo, claro, soy de Abajo».